El tatting

El frivolité es una técnica que me fascina por su elegancia y delicadeza. También conocido como tatting, se basa en una serie de nudos y bucles que, entrelazados con precisión, crean diseños intrincados y ligeros.

Esta técnica tiene orígenes antiguos, que se remontan al siglo XVI, probablemente originaria de Francia o Italia. Inicialmente, se utilizaba para decorar ropas nobles y para confeccionar finos encajes. Descubrir este mundo me fascinó y me empujó a explorar sus raíces históricas, dándome cuenta de cuánto poder creativo hay en un simple hilo.

Utilizar la lanzadera es como bailar con el hilo y es, sin duda, el elemento principal. Se trata de una pequeña herramienta, a menudo de madera o plástico, diseñada para sujetar el hilo mientras se crean los nudos. Su forma cónica le permite pasar por los nudos sin esfuerzo, haciendo que el trabajo sea más fluido. Cada proyecto comienza con un nudo sencillo, pero pronto te das cuenta de la complejidad de la técnica. Cada curva y cada ángulo requieren paciencia y precisión, convirtiendo un material sencillo en una obra de arte ponible.

Aprender a tejer con lanzadera no fue fácil. Pasé horas viendo tutoriales y practicando nudos. Cada error se convertía en una oportunidad para crecer. Este viaje me enseñó que la belleza a menudo requiere esfuerzo y dedicación. Hoy, cada pieza que creo es un reflejo de ese viaje, lleno de imperfecciones que cuentan una historia.

Cada creación de tatting con lanzadera que hago tiene su propia identidad. Las joyas, los pañuelos y los accesorios no son meros adornos; son trozos de mí. Cada nudo y cada motivo reflejan mi estado de ánimo y mis experiencias. Ver a la gente llevar mis artesanías es una satisfacción indescriptible; es como compartir un trozo de mi alma.

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